El confinamiento por motivos del COVID 19 ha traído todo tipo de cambios, tanto en nuestras rutinas individuales como en las estrategias de muchas, muchísimas industrias que hoy en día han encontrado en la tecnología una gran aliada para seguir vigente durante estos días.
Tal es el caso de la industria editorial, que hoy más que nunca ha tenido que recurrir a distintos formatos audiovisuales disponibles para poder acerarse a su público a través de grupos de lectura, cápsulas, recomendaciones y sesiones en vivo, ya sea en Youtube como en Facebook live e IGTV (Instagram). Hoy en día vemos a los autores firmados por las distintas editoriales tomando sus cuentas para hablar de sus obras, de esos libros no promovidos en las Ferias, en las presentaciones, o bien narrando cuentos u otras historias que pretenden, además del momento de cultura y esparcimiento, mover títulos para su venta en línea ya sea de productos físicos como digitales.
Lo cierto es que mientras todos estos autores transmiten desde sus casas, ejerciendo uno de mis términos favoritos de estos días, el homecasting, que nos muestra sus espacios del hogar más íntimos y personales, también evidencia ciertas brechas entre aquellos que cuentan con ciertas competencias mediáticas (no es obligación tenerlas, por cierto) y aquellos que de plano están peleados con la tecnología.
Y ante todo este panorama yo me pregunto: ¿y qué están haciendo los booktubers al respecto? El caso de El librero de Valentina, otro de mis más grandes hallazgos de la temporada, me devuelve la fe en esta rara especie.
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