Ese es el mantra que desde hace algunos meses le están aplicando a las telenovelas mexicanas, que están viviendo un proceso realmente interesante y que, como muchos otros temas respecto a la ficción actual, ameritan una profunda reflexión. Este post, sospecho, no será tan intenso pero creo que un podcast al respecto podría quedarme chiquito ya que son varios los puntos a tocar y temo quedarme corta de tiempo. En fin... ¿de qué estoy hablando?
Este 22 de agosto Televisa arrancó con su nueva imagen, nueva programación y nuevo aire. Cambios de forma o de fondo, positivos o negativos, eso habrá que comentarlo por lo menos en una semana, pero lo cierto es que las telenovelas han ido paulatinamente mostrando una transformación en temáticas, narrativa visual, elencos, dirección y sobre todo, duración total. Se puede decir que el arranque no oficial de esta evolución se dio el año pasado en Antes muerta que Lichita, la primera telenovela transmedial y la primera grabada en 4K (la tecnología es un elemento fundamental en todo este movimiento). Después y a mi consideración estuvo Sueño de amor, historia que terminó el día de ayer con un final que era de esperarse viniendo de un productor como Juan Osorio, propositivo y experimental hasta donde el formato lo permite, pero que en redes sociales ha generado un descontento notable. Aquí la variación fue en la temática, el tratamiento de enfermedades, conceptos de familia, profesiones, enfermedades y enfermos, y la promesa -que en eso quedó únicamente- de que habría una influencia relevante de los Kdramas coreanos, cosa que en realidad nunca ocurrió. El arranque formal lo marcó hace algunos meses El Hotel de los secretos y ahora tenemos las historias de Vino el amor, Amo despertar contigo, Mujeres de negro, Tres veces Ana y las que se han estrenado primero en Blim, Yago y la bionovela Por siempre Joan Sebastian.
Lo del cambio de Televisa, particularmente con el canal de Las estrellas, obedece a muchos factores que tienen que ver con ciertas modificaciones en cuanto al modelo de negocios que la empresa ha manejado desde hace años, entre los que está el contar con contenido particular para cada pantalla o plataforma, pero también para otros públicos que están tomando mayor protagonismo. Este es el caso de los estrenos que primero se contemplan para Univisión y semanas después llegan a nuestro país, que comenzó en 2015 con Que te perdone Dios, de Angelli Nesma.
¿Y todos estos cambios las hacen mejores, peores o iguales que antes? Supongo que eso amerita una respuesta muy subjetiva y no sé si pueda darla en calidad de profesional o de fan. Para dar la primera debo esperar y tener paciencia para ver algo consistente en pantalla, pero como fan debo decir que hay cosas que no me gustan y otras que, aunque reconozco y aplaudo, no terminan por convencerme. Pero eso es en parte porque yo tiendo mucho a buscar a los escritores y productores para darme una idea de los trabajos, razón por la cuál tantos odios como predilecciones (por ejemplo, soy muy fan de Roberto Gómez Fernández aunque nunca me atrapó EHDLS, y aborrezco mucho el trabajo de la escritora Martha Carrillo pero tengo curiosidad por ver sus Mujeres de negro). Así que no me siento aún muy capacitada para dar una respuesta elaborada por mi lado crítico, sin embargo sí puedo ennumerar las situaciones positivas que veo en estos cambios:
1.- Elencos
No nada más se están haciendo más historias corales que implican una gran cantidad de actores, sino que, ante la falta de producciones de ficción de TvAzteca, se están moviendo de una pantalla a otra sin que eso implique castigos o vetos, cosa que a estas alturas del partido era imposible de creer pero que seguía ocurriendo. Así podemos ver a actores que surgieron en Televisa, se fueron y ahora regresan por proyecto, otros que hicieron cosas memorables para Argos o Telemundo, etc. Además hay caras que se identifican más en otros medios como el cine o el teatro, que aportan su propia experiencia en actuaciones un poco menos acartonadas.
2.- Arte, escenografías, ubicación
Las telenovelas pecan de centralistas. Todas deben ocurrir casi por fuerza en la capital y de no ser así las ubican en provincias que siempre son pueblitos recónditos repletos de rancheros machos y no ciudades con ritmo y vida propia. Al menos en Vino el amor todo ocurre en la frontera con Estados Unidos y bueno, eso hace que se modifiquen las características de algunas escenografías, así como el diseño y la ambientación.
3.- Cambios de época
Atrás habían quedado los tiempos en los que se hacían super producciones que sucedían en otros momentos de la historia hasta que regresó El Hotel de los Secretos, ubicada a principios del siglo XX, y Por siempre Joan Sebastian, que va de mitad del siglo hasta ahora. Con todo y las múltiples deficiencias de continuidad que tuvo esta última (algo impensable considerando que la máxima productora de este tipo de telenovelas es Carla Estrada), se aplaude que no todo lo que veamos como ficción sea contemporáneo. Los grandes mensajes y las mejores críticas llegan, por lo general, mirando hacia el pasado.
4.- Refritos y temáticas
Esos no van a dejar de ocurrir, ahí está el estreno de Tres Veces Ana antes Lazos de amor, pero al parecer se apostará mucho más por historias semioriginales o adaptaciones de otros lugares, no nuevas versiones de lo ya visto en México. Ojalá y por fin puedan superar el trabajo (al parecer atemporal) que hicieron Fernanda Villeli, Caridad Bravo Adams, Yolanda Vargas Dulché o Mimi Bechalani. Con Mujeres de negro se retomará el asunto de las historias policiacas, que no es nuevo (Morir dos veces o En carne propia fueron antecedentes al respecto). Más hacia la intriga, con balas y pistolas y muertes a lo loco, pero sin caer en la narconovela.
5.- Capítulos y programación
En teoría muchas de estas nuevas historias ya están grabándose con un número particular de capítulos que no pasan de los 100. Algunas telenovelas como Las Amazonas o Corazón que miente estuvieron entre los 60 y 70 capítulos aproximadamente. Mucho mejor que alargarlas sin ningún sentido justificado en la trama o sólo porque tuvo mucho rating. Además por fin entendieron que programar sus historias en horarios extraños modifica muchísimo el hábito de consumo, y regresan a los horas de siempre: las 8, las 9, las 10.
6.- Productores y equipos de trabajo
Para mí es un tema totalmente relevante, porque al parecer la empresa está "forzando" a sus productores a salir de la zona de confort en la que han estado gracias a la misma empresa, lo que hace que busquen otras historias, otros escenarios pero sobre todo, que se incorporen a sus equipos de trabajo nuevos cargos tales como el de los directores de fotografía, lo que implica que ahora la narrativa visual está mucho más cuidada, tomando en cuenta el asunto de la tecnología 4K y el jugo que se le puede sacar. Otro acierto que debo reconocer es que también están saliendo de sus estilos conocidos al desligarse un poco de la industria musical, volviendo a incorporar música original para identificar sus telenovelas y no alguna canción acomodada forzadamente con el título de la historia cantada por algún cantante de moda. Esto ya se vio en El Hotel... y en las más recientes producciones de José Alberto Castro, como Pasión y poder. Incluso jugando con los horarios, ya que antes el coto de poder de los productores (los "hijos" de Valentín Pimpstein, Nicandro Díaz y Salvador Mejía), eran los que por excelencia se llevaban los horarios estelares, cuando que ahora están rotándolos un poco más. Al mismo Mejía lo mandaron a las 7 de la noche con Las Amazonas.
Luego de esta lista me atrevo a hacer algunas reflexiones que van más allá de lo que se ve en pantalla.
La primera viene luego de leer la columna de este día escrita por Susana Moscatel en la que plasma algunos de los comentarios que José Bastón, presidente de Televisión y Contenidos de Televisa, le hizo el día de la presentación de la nueva imagen, en las que deja ver la intención que existe con este cambio: regresar a sus pantallas al público millenial que, por cierto, hace muchísimos años que se fue de sus canales. Y no es que esta particular generación no vea televisión abierta, basta leer los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales en televisión que realizó el Instituto Federal de Telecomunicaciones, sin embargo, aunque tengan la tv encendida, hay muchos contenidos que no aprueban ante lo cuál Televisa había contestado con una total y absoluta indiferencia. Es pocas palabras, no les interesaba este público que también se refugia en Youtube y SnapChat mientras tiene la tele encendida, o en total sustitución de ésta. Al menos ya están considerándolos (al menos en el discurso, y posiblemente ese sea un muy buen primer paso hacia el futuro de la empresa.
Otro punto que francamente me generó escalofríos y de los feos fue otra insinuación de Bastón a Susana Moscatel, al decirle que ha pasado por algunas mentes eliminar de a poco el concepto de telenovela ya que éste no genera una sensación moderna ante otros que tienen mayor aceptación (si, y mucho de elitismo estúpido) como el de serie o tele serie. Esto sí que sería, a mi gusto, un grave error. Las series tienen una función de ser, una naturaleza particular en cada temporada, y aunque están compartiendo muchas de las bases del melodrama clásico, es decir, se hibridan los formatos, la telenovela debe evolucionar hacia otra cosa sin dejar de tener como características principales el tener presencia cinco días a la semana, no uno; la prevalencia de los sentimientos como motor de las acciones de los personajes, y la repetición. Dicen los que saben que eso es lo que como consumidores nos da seguridad, nos da estabilidad al acercarnos a este formato específico. Sí se puede ser crítico en sus tramas, y eso es parte de lo que se toma prestado de las series, pero eso no la hace ni más ni menos telenovela. Nada más pensemos en lo que ocurrió en 1958, cuando se lanzó de manera formal la primera telenovela de la historia llamada Senda prohibida, que era resultado de las radionovelas y las referencias visuales del cine, y que ni siquiera sabían si llamarían teleteatro, tele-novela. o telenovela. En aquel entonces y por cuestiones tecnológicas se hacían pocos capítulos, tramas que requerían pocos actores que venían del cine o el teatro, todos en pos de aportarle algo al nuevo medio en cuestión. Después los cambios tecnológicos las determinaron, las alargaron y se volvieron una industria que hoy, irónicamente, regresa a sus bases para replantearse el rumbo a seguir.
Y por último está la creación de un área de investigación sobre el comportamiento de sus audiencias a escala regional y global. Este dato apareció en el texto de Fernando Mejía Barquera en el cuál asegura que Televisa será asistida por universidades estadounidenses del sur de California y Miami. ¿Tendrá esto algún sentido? ¿Beneficiarán los resultados lo que se aprecie en pantalla? ¿serán tomados en cuenta los consumidores que hoy en día manifiestan su opinión en las redes sociales para definir el rumbo del género? Me parece que sí es algo positivo, ya que es increíble que un aparato tan grande como lo es esa empresa no tenga un centro de investigación que, aunque pueda ser un arma de doble filo (es decir, que Televisa descarte lo negativo y solo cacareé lo bueno, hecho a modo), también es una herramienta poderosísima para definir el rumbo de todos los contenidos, sobre todo para medir el impacto de los nuevos experimentos, es decir y como se dice comúnmente, medirle el agua a los camotes.
Ahora bien, no estoy tan segura de cómo va a responder la audiencia ante las nuevas propuestas. Muchísimas almas azotadas se quejan de que la telenovela es un producto horrible, acortonado, manipulador de mentes, que no tiene congruencia con la realidad y hasta cierto punto puede que tengan razón, sin embargo y en un afán de contar historias con tintes diferentes, cuando se hacen modificaciones sustanciales la gente arraigada en el género se siente ofendida y reacciona negativamente. Para muestra basta entrar a la página de Facebook de la producción Sueño de amor, en la cuál la protagonista Esperanza pasó las de Caín a través de su enfermedad para terminar su cuento viendo su sueño de amor realizado, es decir, la construcción de la escuela que desde el capítulo 1 nos dijeron que era lo que más deseaba en el mundo. Así pues, la vida la premió con eso pero no con el amor de Ricardo, quien en el final se casó con otra mujer que descubre minutos después de la ceremonia que está embarazada. Y esto que podría parecer lo más revolucionario y el mensaje más innovador que se ha visto en muchísimo tiempo, el de una mujer que no necesita forzosamente del amor de un hombre para seguir su vida, ha sido duramente criticado en la red social por un amplio grupo de personas que acuden a las telenovelas para ver historias de amor que las hagan soñar y salir de su propia realidad. Algo similar ocurrió con Antes muerta que Lichita, donde se planteó la muerte del protagonista masculino en el capítulo final, y la gente se les fue con todo.
Entonces, ¿vale la pena hacer estos cambios o no? ¿serán realmente escuchadas las audiencias o para qué sí va a ser necesaria su opinión y para qué no? Hay tantas preguntas qué contestar pero es demasiado prematuro dar cualquier clase de respuesta. Mientras tanto habrá que darle seguimiento a estos cambios, aparentemente de forma y fondo, para saber si realmente es pan con lo mismo o hay una genuina intención de ir hacia adelante. Y lo de TvAzteca y sus cambios también ameritan revisión. Y la tele pública en las Olimpiadas. Y la nueva cadena abierta, y Netflix, y Blim, y mucho más de lo que estamos siendo testigos, pero todo con orden y en su justa dimensión, porque temas hay que dar y regalar. Mientras pongo mi cabeza a girar en cada cosa, cuéntenme queridos Ratones, ¿ustedes qué opinan sobre esto?
Lo del cambio de Televisa, particularmente con el canal de Las estrellas, obedece a muchos factores que tienen que ver con ciertas modificaciones en cuanto al modelo de negocios que la empresa ha manejado desde hace años, entre los que está el contar con contenido particular para cada pantalla o plataforma, pero también para otros públicos que están tomando mayor protagonismo. Este es el caso de los estrenos que primero se contemplan para Univisión y semanas después llegan a nuestro país, que comenzó en 2015 con Que te perdone Dios, de Angelli Nesma.
¿Y todos estos cambios las hacen mejores, peores o iguales que antes? Supongo que eso amerita una respuesta muy subjetiva y no sé si pueda darla en calidad de profesional o de fan. Para dar la primera debo esperar y tener paciencia para ver algo consistente en pantalla, pero como fan debo decir que hay cosas que no me gustan y otras que, aunque reconozco y aplaudo, no terminan por convencerme. Pero eso es en parte porque yo tiendo mucho a buscar a los escritores y productores para darme una idea de los trabajos, razón por la cuál tantos odios como predilecciones (por ejemplo, soy muy fan de Roberto Gómez Fernández aunque nunca me atrapó EHDLS, y aborrezco mucho el trabajo de la escritora Martha Carrillo pero tengo curiosidad por ver sus Mujeres de negro). Así que no me siento aún muy capacitada para dar una respuesta elaborada por mi lado crítico, sin embargo sí puedo ennumerar las situaciones positivas que veo en estos cambios:
1.- Elencos
No nada más se están haciendo más historias corales que implican una gran cantidad de actores, sino que, ante la falta de producciones de ficción de TvAzteca, se están moviendo de una pantalla a otra sin que eso implique castigos o vetos, cosa que a estas alturas del partido era imposible de creer pero que seguía ocurriendo. Así podemos ver a actores que surgieron en Televisa, se fueron y ahora regresan por proyecto, otros que hicieron cosas memorables para Argos o Telemundo, etc. Además hay caras que se identifican más en otros medios como el cine o el teatro, que aportan su propia experiencia en actuaciones un poco menos acartonadas.
2.- Arte, escenografías, ubicación
Las telenovelas pecan de centralistas. Todas deben ocurrir casi por fuerza en la capital y de no ser así las ubican en provincias que siempre son pueblitos recónditos repletos de rancheros machos y no ciudades con ritmo y vida propia. Al menos en Vino el amor todo ocurre en la frontera con Estados Unidos y bueno, eso hace que se modifiquen las características de algunas escenografías, así como el diseño y la ambientación.
3.- Cambios de época
Atrás habían quedado los tiempos en los que se hacían super producciones que sucedían en otros momentos de la historia hasta que regresó El Hotel de los Secretos, ubicada a principios del siglo XX, y Por siempre Joan Sebastian, que va de mitad del siglo hasta ahora. Con todo y las múltiples deficiencias de continuidad que tuvo esta última (algo impensable considerando que la máxima productora de este tipo de telenovelas es Carla Estrada), se aplaude que no todo lo que veamos como ficción sea contemporáneo. Los grandes mensajes y las mejores críticas llegan, por lo general, mirando hacia el pasado.
4.- Refritos y temáticas
Esos no van a dejar de ocurrir, ahí está el estreno de Tres Veces Ana antes Lazos de amor, pero al parecer se apostará mucho más por historias semioriginales o adaptaciones de otros lugares, no nuevas versiones de lo ya visto en México. Ojalá y por fin puedan superar el trabajo (al parecer atemporal) que hicieron Fernanda Villeli, Caridad Bravo Adams, Yolanda Vargas Dulché o Mimi Bechalani. Con Mujeres de negro se retomará el asunto de las historias policiacas, que no es nuevo (Morir dos veces o En carne propia fueron antecedentes al respecto). Más hacia la intriga, con balas y pistolas y muertes a lo loco, pero sin caer en la narconovela.
5.- Capítulos y programación
En teoría muchas de estas nuevas historias ya están grabándose con un número particular de capítulos que no pasan de los 100. Algunas telenovelas como Las Amazonas o Corazón que miente estuvieron entre los 60 y 70 capítulos aproximadamente. Mucho mejor que alargarlas sin ningún sentido justificado en la trama o sólo porque tuvo mucho rating. Además por fin entendieron que programar sus historias en horarios extraños modifica muchísimo el hábito de consumo, y regresan a los horas de siempre: las 8, las 9, las 10.
6.- Productores y equipos de trabajo
Para mí es un tema totalmente relevante, porque al parecer la empresa está "forzando" a sus productores a salir de la zona de confort en la que han estado gracias a la misma empresa, lo que hace que busquen otras historias, otros escenarios pero sobre todo, que se incorporen a sus equipos de trabajo nuevos cargos tales como el de los directores de fotografía, lo que implica que ahora la narrativa visual está mucho más cuidada, tomando en cuenta el asunto de la tecnología 4K y el jugo que se le puede sacar. Otro acierto que debo reconocer es que también están saliendo de sus estilos conocidos al desligarse un poco de la industria musical, volviendo a incorporar música original para identificar sus telenovelas y no alguna canción acomodada forzadamente con el título de la historia cantada por algún cantante de moda. Esto ya se vio en El Hotel... y en las más recientes producciones de José Alberto Castro, como Pasión y poder. Incluso jugando con los horarios, ya que antes el coto de poder de los productores (los "hijos" de Valentín Pimpstein, Nicandro Díaz y Salvador Mejía), eran los que por excelencia se llevaban los horarios estelares, cuando que ahora están rotándolos un poco más. Al mismo Mejía lo mandaron a las 7 de la noche con Las Amazonas.
Luego de esta lista me atrevo a hacer algunas reflexiones que van más allá de lo que se ve en pantalla.
La primera viene luego de leer la columna de este día escrita por Susana Moscatel en la que plasma algunos de los comentarios que José Bastón, presidente de Televisión y Contenidos de Televisa, le hizo el día de la presentación de la nueva imagen, en las que deja ver la intención que existe con este cambio: regresar a sus pantallas al público millenial que, por cierto, hace muchísimos años que se fue de sus canales. Y no es que esta particular generación no vea televisión abierta, basta leer los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales en televisión que realizó el Instituto Federal de Telecomunicaciones, sin embargo, aunque tengan la tv encendida, hay muchos contenidos que no aprueban ante lo cuál Televisa había contestado con una total y absoluta indiferencia. Es pocas palabras, no les interesaba este público que también se refugia en Youtube y SnapChat mientras tiene la tele encendida, o en total sustitución de ésta. Al menos ya están considerándolos (al menos en el discurso, y posiblemente ese sea un muy buen primer paso hacia el futuro de la empresa.
Otro punto que francamente me generó escalofríos y de los feos fue otra insinuación de Bastón a Susana Moscatel, al decirle que ha pasado por algunas mentes eliminar de a poco el concepto de telenovela ya que éste no genera una sensación moderna ante otros que tienen mayor aceptación (si, y mucho de elitismo estúpido) como el de serie o tele serie. Esto sí que sería, a mi gusto, un grave error. Las series tienen una función de ser, una naturaleza particular en cada temporada, y aunque están compartiendo muchas de las bases del melodrama clásico, es decir, se hibridan los formatos, la telenovela debe evolucionar hacia otra cosa sin dejar de tener como características principales el tener presencia cinco días a la semana, no uno; la prevalencia de los sentimientos como motor de las acciones de los personajes, y la repetición. Dicen los que saben que eso es lo que como consumidores nos da seguridad, nos da estabilidad al acercarnos a este formato específico. Sí se puede ser crítico en sus tramas, y eso es parte de lo que se toma prestado de las series, pero eso no la hace ni más ni menos telenovela. Nada más pensemos en lo que ocurrió en 1958, cuando se lanzó de manera formal la primera telenovela de la historia llamada Senda prohibida, que era resultado de las radionovelas y las referencias visuales del cine, y que ni siquiera sabían si llamarían teleteatro, tele-novela. o telenovela. En aquel entonces y por cuestiones tecnológicas se hacían pocos capítulos, tramas que requerían pocos actores que venían del cine o el teatro, todos en pos de aportarle algo al nuevo medio en cuestión. Después los cambios tecnológicos las determinaron, las alargaron y se volvieron una industria que hoy, irónicamente, regresa a sus bases para replantearse el rumbo a seguir.
Y por último está la creación de un área de investigación sobre el comportamiento de sus audiencias a escala regional y global. Este dato apareció en el texto de Fernando Mejía Barquera en el cuál asegura que Televisa será asistida por universidades estadounidenses del sur de California y Miami. ¿Tendrá esto algún sentido? ¿Beneficiarán los resultados lo que se aprecie en pantalla? ¿serán tomados en cuenta los consumidores que hoy en día manifiestan su opinión en las redes sociales para definir el rumbo del género? Me parece que sí es algo positivo, ya que es increíble que un aparato tan grande como lo es esa empresa no tenga un centro de investigación que, aunque pueda ser un arma de doble filo (es decir, que Televisa descarte lo negativo y solo cacareé lo bueno, hecho a modo), también es una herramienta poderosísima para definir el rumbo de todos los contenidos, sobre todo para medir el impacto de los nuevos experimentos, es decir y como se dice comúnmente, medirle el agua a los camotes.
Ahora bien, no estoy tan segura de cómo va a responder la audiencia ante las nuevas propuestas. Muchísimas almas azotadas se quejan de que la telenovela es un producto horrible, acortonado, manipulador de mentes, que no tiene congruencia con la realidad y hasta cierto punto puede que tengan razón, sin embargo y en un afán de contar historias con tintes diferentes, cuando se hacen modificaciones sustanciales la gente arraigada en el género se siente ofendida y reacciona negativamente. Para muestra basta entrar a la página de Facebook de la producción Sueño de amor, en la cuál la protagonista Esperanza pasó las de Caín a través de su enfermedad para terminar su cuento viendo su sueño de amor realizado, es decir, la construcción de la escuela que desde el capítulo 1 nos dijeron que era lo que más deseaba en el mundo. Así pues, la vida la premió con eso pero no con el amor de Ricardo, quien en el final se casó con otra mujer que descubre minutos después de la ceremonia que está embarazada. Y esto que podría parecer lo más revolucionario y el mensaje más innovador que se ha visto en muchísimo tiempo, el de una mujer que no necesita forzosamente del amor de un hombre para seguir su vida, ha sido duramente criticado en la red social por un amplio grupo de personas que acuden a las telenovelas para ver historias de amor que las hagan soñar y salir de su propia realidad. Algo similar ocurrió con Antes muerta que Lichita, donde se planteó la muerte del protagonista masculino en el capítulo final, y la gente se les fue con todo.
Entonces, ¿vale la pena hacer estos cambios o no? ¿serán realmente escuchadas las audiencias o para qué sí va a ser necesaria su opinión y para qué no? Hay tantas preguntas qué contestar pero es demasiado prematuro dar cualquier clase de respuesta. Mientras tanto habrá que darle seguimiento a estos cambios, aparentemente de forma y fondo, para saber si realmente es pan con lo mismo o hay una genuina intención de ir hacia adelante. Y lo de TvAzteca y sus cambios también ameritan revisión. Y la tele pública en las Olimpiadas. Y la nueva cadena abierta, y Netflix, y Blim, y mucho más de lo que estamos siendo testigos, pero todo con orden y en su justa dimensión, porque temas hay que dar y regalar. Mientras pongo mi cabeza a girar en cada cosa, cuéntenme queridos Ratones, ¿ustedes qué opinan sobre esto?
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