Esta mañana empezó para mi escuchando en los noticiarios sobre algunas actividades y programas que estarán al aire en próximos días respecto a la conmemoración del centenario del fallecimiento de Porfirio Díaz, uno de los personajes más polémicos y complejos de la historia mexicana. Entre esas cosas (ya no sé si lo escuché, lo leí o lo soñé), se recomendaba a la gente que pudiera conocer más sobre Díaz y su aporte, y ser crítico desde ahí, tomando en cuenta su contexto, su personalidad, todos sus matices en general.
Y entonces, cuando mi cabeza pensaba justamente en esta mala costumbre occidental que tenemos por interpretar la historia de acuerdo a sus héroes y villanos, se anuncia la noticia de la muerte de Jacobo Zabludovsky, un personaje al que de igual manera le tocó cargar con el peso de sus decisiones y por las cuáles fue y seguirá siendo juzgado durante muchos, muchos años.
Yo no soy capaz de hacer un comentario acerca de su labor periodística porque no soy periodista, porque respeto mucho a quienes se dedican a tan valiente y fundamental oficio, pero me manejo en los siniestros terrenos del melodrama y hay cosas que sí puedo decir desde esa posición: todos, hasta los villanos más malévolos, tienen una razón de ser y actuar. Partiendo de esa base, también sé que el melodrama es una fórmula que aplica la confrontación del bien contra el mal por una razón específica, lo cuál no significa que deba trascender a los aspectos de la realidad y mucho menos de la comprensión de la historia.
¿Cuál es mi punto? Que pese a que existen personas a las que simplemente amamos u odiamos (eso es irremediable), esto no quiere decir que para su crítica y juicio debamos omitir el conocimiento acerca de su vida y del contexto en el cuál se desarrolló. Sólo desde ahí, creo yo, es posible percibir los matices de su historia particular y el momento histórico al que le tocó pertenecer.
Mucho se está diciendo del periodista alrededor de sus omisiones, de su labor como vocero del sistema, de sus nexos con un partido político particular. Pero como lo dijo hoy Javier Solórzano, hay dos momentos en la vida de Zabludovsky: su vida en Televisa y su vida fuera de Televisa. Algunos lo considerarán ejemplo, otros no. Tampoco es posible defender lo indefendible pero sí creo que vale la pena entender todas las redes que se entrecruzan para que un fenómeno lo sea, y el fenómeno que en su tiempo fue 24 horas y su principal rostro tiene las suyas, ahí, listas para ser miradas, entendidas e interpretadas con la mente fría y las emociones guardadas.
Los acontecimientos que narró fueron muchos, y seguramente a estas alturas del día ya se han dicho sin parar, es por eso que prefiero compartir uno de mis clips favoritos de este señor, la nota con la que inició su noticiario el viernes 5 de junio de 1987... digo, para no entrar en polémicas y muy adoc a mi objeto de estudio.
Descanse en paz, Jacobo Zabludovsky.
Y entonces, cuando mi cabeza pensaba justamente en esta mala costumbre occidental que tenemos por interpretar la historia de acuerdo a sus héroes y villanos, se anuncia la noticia de la muerte de Jacobo Zabludovsky, un personaje al que de igual manera le tocó cargar con el peso de sus decisiones y por las cuáles fue y seguirá siendo juzgado durante muchos, muchos años.
Yo no soy capaz de hacer un comentario acerca de su labor periodística porque no soy periodista, porque respeto mucho a quienes se dedican a tan valiente y fundamental oficio, pero me manejo en los siniestros terrenos del melodrama y hay cosas que sí puedo decir desde esa posición: todos, hasta los villanos más malévolos, tienen una razón de ser y actuar. Partiendo de esa base, también sé que el melodrama es una fórmula que aplica la confrontación del bien contra el mal por una razón específica, lo cuál no significa que deba trascender a los aspectos de la realidad y mucho menos de la comprensión de la historia.
¿Cuál es mi punto? Que pese a que existen personas a las que simplemente amamos u odiamos (eso es irremediable), esto no quiere decir que para su crítica y juicio debamos omitir el conocimiento acerca de su vida y del contexto en el cuál se desarrolló. Sólo desde ahí, creo yo, es posible percibir los matices de su historia particular y el momento histórico al que le tocó pertenecer.
Mucho se está diciendo del periodista alrededor de sus omisiones, de su labor como vocero del sistema, de sus nexos con un partido político particular. Pero como lo dijo hoy Javier Solórzano, hay dos momentos en la vida de Zabludovsky: su vida en Televisa y su vida fuera de Televisa. Algunos lo considerarán ejemplo, otros no. Tampoco es posible defender lo indefendible pero sí creo que vale la pena entender todas las redes que se entrecruzan para que un fenómeno lo sea, y el fenómeno que en su tiempo fue 24 horas y su principal rostro tiene las suyas, ahí, listas para ser miradas, entendidas e interpretadas con la mente fría y las emociones guardadas.
Los acontecimientos que narró fueron muchos, y seguramente a estas alturas del día ya se han dicho sin parar, es por eso que prefiero compartir uno de mis clips favoritos de este señor, la nota con la que inició su noticiario el viernes 5 de junio de 1987... digo, para no entrar en polémicas y muy adoc a mi objeto de estudio.
Descanse en paz, Jacobo Zabludovsky.
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