La pasada entrega de los Golden Globes que otorga la prensa internacional congregada en Estados Unidos a lo más destacado durante el año en materia de cine y televisión, volvió a dar pauta a lo que seguramente en la mitad de este 2015 veremos en otras premiaciones como el Emmy: incluir y galardonar a las series producidas para Internet. Este domingo 11 de enero vimos como Amazon y Netflix figuraron en la lista de ganadores, generando reacciones positivas en la audiencia que intercambió comentarios en las redes sociales. Sin embargo a mi me quedan muchas, muchísimas dudas respecto a lo que pasa aquí. Explicaré el punto:
Las características propias de la Red le dan a estos contenidos una oportunidad mayor de consumo frente a aquellos que aún dependen de una barra programática; el acceso desde diversos dispositivos, la oportunidad de ser vistos por gente de todo el mundo y la posibilidad de una participación y/o interacción con otros usuarios en el momento de su consumo, que puede ser cualquier día a cualquier hora, les dan un matiz distinto a cualquier otra producción generada desde la industria creativa. Además está el hecho de que pueden ser realizadas lo mismo por profesionales de la televisión o el cine, que por estudiantes, abuelitas, niños o gente de cualquier otra disciplina.
Me parece importante destacar las similitudes y diferencias que los autores encuentran entre las webseries y las series televisivas, entre el Internet y la televisión, que afectan y modifican directamente el modelo de producción de una y otra:
Y yo agregaría el punto propuesto por Nuria Simelio (2010): una narrativa que da prioridad a las tomas cerradas y un reducido número de planos exteriores, considerando que las pantallas pueden ser un monitor de 21 pulgadas o la de un teléfono celular.
Pero hay una palabra clave e importantísima en todo esto: DISTRIBUCIÓN.
Una de las muy diversas formas de comprender los fenómenos comunicativos es a través de la corriente denominada economía política de la cultura y la comunicación. En ella son frecuentes y comunes los términos copyright, marcas registradas, derechos de autor, patentes. En este contexto, Vincent Mosco asegura que:
"hoy es más difícil que nunca averiguar lo que el capitalismo hace cuando las tecnologías desafían las ideas tradicionales de producción y consumo, de valor de uso y de valor de cambio. La facilidad para descargar gratuitamente música y video, de compartir ficheros de datos, audio y video, y de compartir material de todo tipo, desafía la habilidad del capitalismo para mantener y custodiar sus regímenes de propiedad y de mercado." (2011, p. 79).
El desafío que enfrentan las industrias se ha visto, a lo largo de por lo menos una década, en un proceso de prueba y error. En el caso mexicano la fugaz aparición de series y telenovelas apegadas a las características antes señaladas, como la denominada webserie Doble vida (2008) o la webnovela Te presento a Valentín (2012) de Televisa, esperaron a ver la luz tiempo después de que ambos formatos fueron experimentados por otras empresas como Univisión y Telemundo. El caso más lejano es el de Historias de culpa (2000), webnovela realizada por Miguel Sabido para el extinto portal Alo.com que de inicio no se sabía ni cómo nombrar, si telenovela digital, cibernovela o webnovela. En mayor o menor medida se trató de experimentar con la incursión de patrocinadores cuyas marcas aparecían de manera sutil dentro de la trama, o con la unificación de todos los capítulos cortos que durara la ficción en uno sólo que posteriormente era transmitido por televisión. Sin embargo no quedaba muy clara la forma en la que la distribución de estos productos podría generar una ganancia en esta nueva plataforma.
Fue hasta que se consolidó Netflix en el mercado estadounidense que las cosas dieron un giro total. Esta empresa tuvo sus orígenes en la última década del siglo XX y se desarrolló como una opción para la renta de películas en formato VHS que eran pedidas desde su sitio web y llevadas hasta la puerta de la casa del interesado. Así el concepto fue cambiando con la tecnología y cobrando relevancia tal que las compañías notaron su popularidad y fueron involucrándose en el proyecto, hasta que en el año 2007 tomó la forma que actualmente conocemos: un sistema de suscripción que mediante un bajo costo (en aquel entonces era 7.99 dólares mensuales) daba un acceso ilimitado al catálogo de películas y series televisivas. Aunque no es el único en su tipo, si es la primera empresa de video por streaming que a partir del año 2011 ha incursionado en la producción de contenidos originales. Poco a poco se le han unido Amazon Studios y YahooTV.
¿El resultado? Producciones que, de acuerdo a las características de la plataforma, cuentan con gran libertad temática y una audiencia universal. Nada más. Por el contrario, cuentan con altos presupuestos que llegan mediante inversiones y patrocinios, importante número de recurso humano, que incluye actores y actrices de reconocimiento internacional así como directores y productores conocidos en la industria, nula gratuidad (aunque el costo sea "bajísimo" no deja de tener un fin de lucro) y, por sobre todas las cosas, la narrativa dista mucho de los formatos de corta duración y tomas cerradas.
Entonces tenemos series como Orange is the new black, Marco Polo, Freaks and geeks, o las galardonadas Transparent y House of Cards que, como se dijo desde el inicio, comienzan a figurar y a transformar el panorama de las premiaciones. Y a todos nos enloquecen. Y hablamos de ellas en redes sociales, y podemos sintonizarlas lo mismo en la aplicación del teléfono, la tableta o la smart tv. Pero el caso de Mozart in the jungle es el que mejor ejemplifica mi punto: en próximas fechas esta serie, creada y distribuida por Amazon, será estrenada para Latinoamérica en el canal FoxLife. Televisión de paga, pero televisión al fin. Y no, no se trata de recopiar todos sus breves capítulos en uno sólo de única transmisión, se trata de 10 episodios de 26 minutos de duración en su primera temporada. Es una serie que lo mismo puede ser distribuida mediante una plataforma u otra, porque su modelo cumple con todas las características que dictó la televisión a sus productos de ficción. ¿Cuál es el chiste entonces? ¿Qué más da si la produce Amazon, Netflix, AMC o Televisión Azteca? Porque definitivamente no imagino a La Bastarda o Ana, la Chica bolera en ninguno de estos espacios, en un concepto tan industrial.
Conclusión
Me parece que toda esta grandilocuente explicación tiene un único propósito y es de índole sintáctica: saber diferenciar lo que es una webserie de una serie web. La webserie o cualquier otra ficción que cumpla con las características arriba citadas, amerita que se le nombre primero con el prefijo web: webserie, webnovela. Pero si es un producto producido y distribuido mediante una suscripción, a través de empresas conocidas y posicionadas en el ámbito mediático, pero más importante, manufacturada de acuerdo con las lógicas narrativas de la televisión, entonces se trata de series o ficciones web. En algunas notas de prensa ya se les denomina de esta manera, de igual forma es el término que las describe en Wikipedia. El orden de este factor altera completamente el producto.
Y para mi es importante porque aunque hablamos de dos expresiones que tienen en Internet su punto de coincidencia, son múltiples los factores que los diferencian, como múltiples los foros donde se habla de ellas y se les reconoce. Así como las series web han comenzado a figurar en las premiaciones, las webseries han sido motivo de cientos y cientos de festivales a lo largo del orbe. Cada género tiene su propio público, uno con ansia de consumo, de compartir, de hacer algo con lo que se le ofrece. Y yo los invitaría a que imaginen los escenarios en los que cada uno es consumido: para las series web es necesario disponer de 25 o 45 minutos de tiempo para observar un capítulo, en donde los detalles son de suma importancia. Uno normalmente disponible del horario nocturno o los fines de semana para sentarse frente al sillón, en la cama o incluso en la cocina (donde haya buena conexión de WiFi) para no perder un sólo segundo por una desconexión. Ahora pensemos en una webserie cuyos capítulos duran, cuando mucho, 8 o 10 minutos. Si estamos en la fila del banco, si en la oficina nos restringen algunas páginas o aplicaciones que consuman demasiado ancho de banda, si tenemos un receso entre clase y clase, podemos ver con una conexión promedio 3G uno o más episodios de un jalón. Y no importa si la pantalla es grande o no, el mensaje llega de igual forma.
La serie web, aunque sea novedosa su aparición en los Globos de Oro, no dejan de ser parte de la industria mediática con un nuevo modelo de distribución. La webserie trae consigo nuevos paradigmas respecto a la producción audiovisual, dando lugar a un nuevo formato que hereda algunos recursos del cine y la televisión, pero apegados a las características propias de la plataforma.
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Referencias:
García Pujadas, A. (2011). Los diez mandamientos de las webseries. Entrada de blog [http://www.qtorb.com/2011/03/los-10-mandamientos-de-las-webseries.html]
Guerrero Viguri, R. (2013). De la telenovela a la webnovela: la fase experimental del formato en el modelo mexicano. Análisis histórico estructural. Retomado de: http://cdigital.uv.mx/handle/123456789/34338
Morales, L. F. y Hernández, P. (2010). La webserie. Convergencias y divergencias de un formato emergente en la narrativa de la red. Retomado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3953638
Ojer, T. y Capapé, E. (2012). Nuevos modelos de negocio en la distribución de contenidos audiovisuales. El caso de Netflix. Retomado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3954673
Simelio, N. (2010). La representación de las relaciones sociales en las series de ficción digitales creadas específicamente para Internet. La televisión como contribución a la alfabetización digital. Retomado de: http://www.gabinetecomunicacionyeducacion.com/files/adjuntos/La%20representación%20de%20las%20relaciones%20sociales%20en%20las%20series%20de%20ficción%20digitales%20creadas%20espec%C3%ADficamente%20para%20Internet.pdf
En el marco de la Convergencia Cultural, aquella que vivimos hoy en día en donde se unen televisión, informática y telecomunicaciones en una sola plataforma, Internet, hemos sido testigos de una diversificación de pantallas, de contenidos y de productores de esos contenidos. Como resultado podemos encontrar en portales como Youtube o Vimeo una gran oferta audiovisual en donde hay desde tutoriales, videos musicales, grabaciones familiares, hasta documentales, noticiarios y series de ficción. Aterrizaremos en este último rubro.
Al respecto Luis Fernando Morales y Paula Hernández han dado el nombre de webserie a todo serial de ficción audiovisual creado y emitido por y para Internet. Así, han identificado tres tipos de webserie:
1. Las Tradicionales: Son aquellas que han heredado el formato de la ficción televisiva elementos argumentales, temáticos, personajes, escenarios y temas ya explotados plasmados con tratamiento audiovisual sencillo.
2. Los Videoblogs: Producciones que utilizan una tecnología austera, una única cámara estática, en la que el protagonista se dirige a ella continuamente para narrar la historia. Suelen ser trabajos realizados por un equipo muy reducido, incluso por una sola persona.
3. Webseries Interactivas: Caracterizadas por el uso de la tecnología digital para la participación del usuario en la configuración de la trama. Sin embargo, son escasas aún las Webseries que apuestan por utilizar este recurso, exclusivo de Internet.Para los autores, "se trata de un fenómeno nuevo de comunicación audiovisual que se incrementa en buena medida por la negativa actitud ante nuevos proyectos por parte de las cadenas dominantes del mercado, dando paso a nuevos relatos que reproducen conflictos juveniles que cuestionan el sistema social actual" (Morales y Hernández, 2012). Es principalmente, un formato (en especial el Tradicional) más explotado por los usuarios-prosumers que por las industrias culturales.
Las características propias de la Red le dan a estos contenidos una oportunidad mayor de consumo frente a aquellos que aún dependen de una barra programática; el acceso desde diversos dispositivos, la oportunidad de ser vistos por gente de todo el mundo y la posibilidad de una participación y/o interacción con otros usuarios en el momento de su consumo, que puede ser cualquier día a cualquier hora, les dan un matiz distinto a cualquier otra producción generada desde la industria creativa. Además está el hecho de que pueden ser realizadas lo mismo por profesionales de la televisión o el cine, que por estudiantes, abuelitas, niños o gente de cualquier otra disciplina.
Me parece importante destacar las similitudes y diferencias que los autores encuentran entre las webseries y las series televisivas, entre el Internet y la televisión, que afectan y modifican directamente el modelo de producción de una y otra:
- La gratuidad en el acceso a contenidos, publicación y su distribución.
- Audiencias universales.
- Presupuesto.
- Cantidad de recurso humano.
- Libertad en el tratamiento de temáticas y contenidos.
- Formatos de corta duración.
Y yo agregaría el punto propuesto por Nuria Simelio (2010): una narrativa que da prioridad a las tomas cerradas y un reducido número de planos exteriores, considerando que las pantallas pueden ser un monitor de 21 pulgadas o la de un teléfono celular.
Pero hay una palabra clave e importantísima en todo esto: DISTRIBUCIÓN.
Una de las muy diversas formas de comprender los fenómenos comunicativos es a través de la corriente denominada economía política de la cultura y la comunicación. En ella son frecuentes y comunes los términos copyright, marcas registradas, derechos de autor, patentes. En este contexto, Vincent Mosco asegura que:
"hoy es más difícil que nunca averiguar lo que el capitalismo hace cuando las tecnologías desafían las ideas tradicionales de producción y consumo, de valor de uso y de valor de cambio. La facilidad para descargar gratuitamente música y video, de compartir ficheros de datos, audio y video, y de compartir material de todo tipo, desafía la habilidad del capitalismo para mantener y custodiar sus regímenes de propiedad y de mercado." (2011, p. 79).
El desafío que enfrentan las industrias se ha visto, a lo largo de por lo menos una década, en un proceso de prueba y error. En el caso mexicano la fugaz aparición de series y telenovelas apegadas a las características antes señaladas, como la denominada webserie Doble vida (2008) o la webnovela Te presento a Valentín (2012) de Televisa, esperaron a ver la luz tiempo después de que ambos formatos fueron experimentados por otras empresas como Univisión y Telemundo. El caso más lejano es el de Historias de culpa (2000), webnovela realizada por Miguel Sabido para el extinto portal Alo.com que de inicio no se sabía ni cómo nombrar, si telenovela digital, cibernovela o webnovela. En mayor o menor medida se trató de experimentar con la incursión de patrocinadores cuyas marcas aparecían de manera sutil dentro de la trama, o con la unificación de todos los capítulos cortos que durara la ficción en uno sólo que posteriormente era transmitido por televisión. Sin embargo no quedaba muy clara la forma en la que la distribución de estos productos podría generar una ganancia en esta nueva plataforma.
Fue hasta que se consolidó Netflix en el mercado estadounidense que las cosas dieron un giro total. Esta empresa tuvo sus orígenes en la última década del siglo XX y se desarrolló como una opción para la renta de películas en formato VHS que eran pedidas desde su sitio web y llevadas hasta la puerta de la casa del interesado. Así el concepto fue cambiando con la tecnología y cobrando relevancia tal que las compañías notaron su popularidad y fueron involucrándose en el proyecto, hasta que en el año 2007 tomó la forma que actualmente conocemos: un sistema de suscripción que mediante un bajo costo (en aquel entonces era 7.99 dólares mensuales) daba un acceso ilimitado al catálogo de películas y series televisivas. Aunque no es el único en su tipo, si es la primera empresa de video por streaming que a partir del año 2011 ha incursionado en la producción de contenidos originales. Poco a poco se le han unido Amazon Studios y YahooTV.
¿El resultado? Producciones que, de acuerdo a las características de la plataforma, cuentan con gran libertad temática y una audiencia universal. Nada más. Por el contrario, cuentan con altos presupuestos que llegan mediante inversiones y patrocinios, importante número de recurso humano, que incluye actores y actrices de reconocimiento internacional así como directores y productores conocidos en la industria, nula gratuidad (aunque el costo sea "bajísimo" no deja de tener un fin de lucro) y, por sobre todas las cosas, la narrativa dista mucho de los formatos de corta duración y tomas cerradas.
Entonces tenemos series como Orange is the new black, Marco Polo, Freaks and geeks, o las galardonadas Transparent y House of Cards que, como se dijo desde el inicio, comienzan a figurar y a transformar el panorama de las premiaciones. Y a todos nos enloquecen. Y hablamos de ellas en redes sociales, y podemos sintonizarlas lo mismo en la aplicación del teléfono, la tableta o la smart tv. Pero el caso de Mozart in the jungle es el que mejor ejemplifica mi punto: en próximas fechas esta serie, creada y distribuida por Amazon, será estrenada para Latinoamérica en el canal FoxLife. Televisión de paga, pero televisión al fin. Y no, no se trata de recopiar todos sus breves capítulos en uno sólo de única transmisión, se trata de 10 episodios de 26 minutos de duración en su primera temporada. Es una serie que lo mismo puede ser distribuida mediante una plataforma u otra, porque su modelo cumple con todas las características que dictó la televisión a sus productos de ficción. ¿Cuál es el chiste entonces? ¿Qué más da si la produce Amazon, Netflix, AMC o Televisión Azteca? Porque definitivamente no imagino a La Bastarda o Ana, la Chica bolera en ninguno de estos espacios, en un concepto tan industrial.
Conclusión
Me parece que toda esta grandilocuente explicación tiene un único propósito y es de índole sintáctica: saber diferenciar lo que es una webserie de una serie web. La webserie o cualquier otra ficción que cumpla con las características arriba citadas, amerita que se le nombre primero con el prefijo web: webserie, webnovela. Pero si es un producto producido y distribuido mediante una suscripción, a través de empresas conocidas y posicionadas en el ámbito mediático, pero más importante, manufacturada de acuerdo con las lógicas narrativas de la televisión, entonces se trata de series o ficciones web. En algunas notas de prensa ya se les denomina de esta manera, de igual forma es el término que las describe en Wikipedia. El orden de este factor altera completamente el producto.
Y para mi es importante porque aunque hablamos de dos expresiones que tienen en Internet su punto de coincidencia, son múltiples los factores que los diferencian, como múltiples los foros donde se habla de ellas y se les reconoce. Así como las series web han comenzado a figurar en las premiaciones, las webseries han sido motivo de cientos y cientos de festivales a lo largo del orbe. Cada género tiene su propio público, uno con ansia de consumo, de compartir, de hacer algo con lo que se le ofrece. Y yo los invitaría a que imaginen los escenarios en los que cada uno es consumido: para las series web es necesario disponer de 25 o 45 minutos de tiempo para observar un capítulo, en donde los detalles son de suma importancia. Uno normalmente disponible del horario nocturno o los fines de semana para sentarse frente al sillón, en la cama o incluso en la cocina (donde haya buena conexión de WiFi) para no perder un sólo segundo por una desconexión. Ahora pensemos en una webserie cuyos capítulos duran, cuando mucho, 8 o 10 minutos. Si estamos en la fila del banco, si en la oficina nos restringen algunas páginas o aplicaciones que consuman demasiado ancho de banda, si tenemos un receso entre clase y clase, podemos ver con una conexión promedio 3G uno o más episodios de un jalón. Y no importa si la pantalla es grande o no, el mensaje llega de igual forma.
La serie web, aunque sea novedosa su aparición en los Globos de Oro, no dejan de ser parte de la industria mediática con un nuevo modelo de distribución. La webserie trae consigo nuevos paradigmas respecto a la producción audiovisual, dando lugar a un nuevo formato que hereda algunos recursos del cine y la televisión, pero apegados a las características propias de la plataforma.
Lo mejor de todo es que lo que la convergencia y la Red nos permiten: tener la capacidad de ser consumidor de uno y otro, y participar, y disfrutar, y saborearlo por igual.
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Referencias:
García Pujadas, A. (2011). Los diez mandamientos de las webseries. Entrada de blog [http://www.qtorb.com/2011/03/los-10-mandamientos-de-las-webseries.html]
Guerrero Viguri, R. (2013). De la telenovela a la webnovela: la fase experimental del formato en el modelo mexicano. Análisis histórico estructural. Retomado de: http://cdigital.uv.mx/handle/123456789/34338
Morales, L. F. y Hernández, P. (2010). La webserie. Convergencias y divergencias de un formato emergente en la narrativa de la red. Retomado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3953638
Ojer, T. y Capapé, E. (2012). Nuevos modelos de negocio en la distribución de contenidos audiovisuales. El caso de Netflix. Retomado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3954673
Simelio, N. (2010). La representación de las relaciones sociales en las series de ficción digitales creadas específicamente para Internet. La televisión como contribución a la alfabetización digital. Retomado de: http://www.gabinetecomunicacionyeducacion.com/files/adjuntos/La%20representación%20de%20las%20relaciones%20sociales%20en%20las%20series%20de%20ficción%20digitales%20creadas%20espec%C3%ADficamente%20para%20Internet.pdf
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