La televisión es un medio que empleamos según la necesidad que se nos presente: a veces la queremos como compañía, la prendemos y dejamos que hable y hable sin parar. A veces también la vemos buscando respuestas, o tal vez buscando otras realidades que nos aparten por completo de la nuestra. Pero la tele es mucho más, y lo fue antes del Internet, los celulares y todas las nuevas tecnologías.
Los medios de comunicación han servido también, para dar noticias, buenas y malas.
En casa todos los 22 de noviembre es común escuchar el comentario de mi madre, que recuerda que justo un día antes de su cumpleaños escuchó por el radio la muerte del Presidente estadounidense John F. Kennedy.
Ese recuerdo me evoca a mi misma un 23 de marzo de 1993, mientras muy dedicada hacia mi tarea de geografía en la máquina de escribir Olivetti propiedad de mi hermana, y hablaba por teléfono con el galán en curso (es increíble, pero aún me acuerdo de nuestra conversación), cuando por la tele que dejé prendida por mera costumbre escuché que alguien había sido herido de gravedad. Entre la las hormonas que flotaban y el impacto del suceso me costó trabajo entender qué había pasado, pero corrí a ver la tele con mi mamá para saber la realidad de los hechos. Horas más tarde fue la misma televisión, en voz de Jacobo Zabludovsky y Talina Fernández (reportera por casualidad en aquel momento) quien anunciaba que el candidato a la presidencia de México, Luis Donaldo Colosio, había muerto tras el atentado sufrido en Lomas Taurinas. Fue muy extraño.
Al día siguiente en la hora del recreo, el director de la secundaria nos puso una televisión grande para que pudiéramos ver el funeral de este político, encabezando su cortejo (lo recuerdo bien) el exmandatario Carlos Salinas de Gortari.
Creo que así hemos contado algunos otros sucesos fundamentales de nuestra historia contemporánea, cosas que, tal vez para los de nuestra generación, puedan resultar lo que para nuestros padres es el recuerdo de ver la llegada del hombre a la luna por la televisión (aunque yo sigo pensando que ese evento fue un fraude, pero ese es tema de otro post)...
Los medios de comunicación han servido también, para dar noticias, buenas y malas.
En casa todos los 22 de noviembre es común escuchar el comentario de mi madre, que recuerda que justo un día antes de su cumpleaños escuchó por el radio la muerte del Presidente estadounidense John F. Kennedy.
Ese recuerdo me evoca a mi misma un 23 de marzo de 1993, mientras muy dedicada hacia mi tarea de geografía en la máquina de escribir Olivetti propiedad de mi hermana, y hablaba por teléfono con el galán en curso (es increíble, pero aún me acuerdo de nuestra conversación), cuando por la tele que dejé prendida por mera costumbre escuché que alguien había sido herido de gravedad. Entre la las hormonas que flotaban y el impacto del suceso me costó trabajo entender qué había pasado, pero corrí a ver la tele con mi mamá para saber la realidad de los hechos. Horas más tarde fue la misma televisión, en voz de Jacobo Zabludovsky y Talina Fernández (reportera por casualidad en aquel momento) quien anunciaba que el candidato a la presidencia de México, Luis Donaldo Colosio, había muerto tras el atentado sufrido en Lomas Taurinas. Fue muy extraño.
Al día siguiente en la hora del recreo, el director de la secundaria nos puso una televisión grande para que pudiéramos ver el funeral de este político, encabezando su cortejo (lo recuerdo bien) el exmandatario Carlos Salinas de Gortari.
Creo que así hemos contado algunos otros sucesos fundamentales de nuestra historia contemporánea, cosas que, tal vez para los de nuestra generación, puedan resultar lo que para nuestros padres es el recuerdo de ver la llegada del hombre a la luna por la televisión (aunque yo sigo pensando que ese evento fue un fraude, pero ese es tema de otro post)...
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