Caricaturas

Después del trágico y conmovedor final de Candy Candy, creí que nada ni nadie volvería a hacerme sufrir en mis años mozos. No estaba dispuesta a permitirme caer nuevamente en aficiones sentimentales que me llevaran hasta las lágrimas. Sin embargo gracias a mi vecinita Sarita, a su amiga Paulina y mis frustrados intentos por hacer un agua de limón decente para ellas y los hermanos de mi compañera de barrio, Las Aventuras de Peline volvieron a traerme una razón para caer de nuevo en la emoción y el sufrimiento infantil.



Peline era una niña que viajaba con su madre en busca de su abuelo, pues tras la muerte de su padre habían quedado desprotegidas. La serie cuenta toda la travesía de ambas en una carretita donde hacen de todo para mantenerse mientras llegan a su destino y bueno, ya se imaginaran la cantidad de dramas que florecían, al más puro estilo japonés que a muchos conmovió con glorias como Remy. Las aventuras de Peline era tema de plática obligado en nuestras reuniones vecinales. ¡ahhhh! y esa cancioncita de la entrada... ¡Nunca la comprendí, pero cómo la recuerdo!