Esta suele ser una columna ajena totalmente a la vida política y las polémicas mundiales, sin embargo la campaña que la UNICEF lanzó en Bélgica poniendo a los Pitufos en una aldea bombardeada con el afán de mostrar los horrores de la guerra y crear conciencia de ello, me deja un tanto pensativa. Hay una delgada línea que divide al morbo del afán educativo, y me saltan las dudas sobre si este mensaje dirigido a los ex niños que crecieron y adoraron a los suspiritos azules podrá llegar con bien a su destino, en un mundo que por todos los medios posibles ha convertido al homo sapiens en un mero receptor inmune a escenas de horror y violencia, tales como esta.
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